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Revues Apachita Apachita 8 Des trésors de l'archéologie équatorienne sur les bords de Seine
Des trésors de l'archéologie équatorienne sur les bords de Seine PDF Imprimer Envoyer
Écrit par Catherine Lara   
Mardi, 06 Mars 2007 17:06

Au cours de ces derniers mois, le monde du musée ethnographique a connu une véritable petite révolution dans l'un de ses principaux sièges universellement reconnus, Paris. Ainsi, le visiteur équatorien désireux d'admirer la célèbre collection d'objets archéologiques nationaux réunis par le non moins illustre Dr. Paul Rivet, devra désormais laisser le Musée de l'Homme pour une autre fois, et diriger ses pas vers l'autre côté de la Seine, vers le tout nouveau Musée du Quai Branly. Inauguré le 20 juin 2006 par le président Jacques Chirac, le Musée du Quai Branly aspire -non sans ambition-, à se poser comme vitrine de la multi-ethnicité. Tout au long de l'exposition de plus de 3600 objets de diverses époques et continents (en grande partie venus du Musée de l'Homme), ce nouveau projet muséographique a pour objectif la conservation et mise en valeur de ce si précieux patrimoine, dans un esprit d'échange et d'ouverture vers l'altérité.

Lastimosamente, nuestro turista ecuatoriano, venido de tan lejos tras las huellas de Paul Rivet, podrá quedarse con las ganas de contemplar en directo su propio patrimonio arqueológico: hoy en día, el museo del Quai Branly no expone sino tres objetos pertenecientes a la colección ecuatoriana de Rivet. Si esto fuera poco, ¡ni siquiera se trata de piezas arqueológicas! “¡Pero si en el Ecuador me dijeron que en París había un montón de objetos arqueológicos ecuatorianos!” Los amables guías del museo tranquilizan al visitante desesperado: “La mayoría de las piezas se hallan en la reserva, la cual puede ser únicamente visitada por los estudiantes de antropología”. Único consuelo: “Tanto los objetos de la reserva, como los de la exposición permanente –concluye el guía sonriente-, pueden ser admirados en nuestro catálogo en línea”.
En efecto, las 1318 piezas fotografiadas de la colección Rivet se pueden visualizar por Internet www.quaibranly.fr , aunque la información sobre ellas es escasa (no hay clasificación de índole tipológica, cronológica, geográfica o cultural). Se diría que estas piezas se quedaron como cristalizadas en el tiempo, en espera del investigador audaz que venga a sacarlas de su profundo letargo. El visitante defraudado, convertido, en el mejor de los casos, en internauta entusiasta, deberá, al filo de las páginas del poco romántico catálogo en línea, contentarse con percibir fugaz y confusamente la fragancia lejana y evanescente de los viajes de Paul Rivet por tierras ecuatorianas.
El Dr. Paul Rivet llegó a Guayaquil en 1901, como médico oficial de la Segunda Misión Geográfica del Ejército Francés, venida a comprobar las medidas tomadas en el Ecuador por la Misión Geodésica Francesa, en el siglo XVIII. Con el fin de optimizar su labor, el equipo francés se dividió en cinco grupos, que operaron principalmente en la Sierra (Tulcán, Quito, Riobamba, Cuenca, y Yaguachi). La diversidad ecológica y cultural de nuestro país ejerció una gran fascinación sobre el joven Rivet, y orientó muy pronto sus intereses hacia ámbitos algo alejados de la medicina. Es así como durante sus viajes a lo largo del país, realizó estudios botánicos y zoológicos. Pero su encuentro en Ibarra con Federico González Suárez, padre de la arqueología ecuatoriana, y por quien conservó luego un eterno reconocimiento, definió su interés por la cultura del hombre ecuatoriano.
Gracias a las recomendaciones del “maestro”, Paul Rivet dedicó especial cuidado a las costumbres de las etnias que llegó a conocer, pero también a su pasado, mediante la exploración de sitios arqueológicos. Los lugares de origen de las piezas reunidas por el científico reflejan asimismo su recorrido por nuestro país, así como la influencia de González Suárez: la mayoría de las piezas provienen de Carchi, Cañar y Azuay, aunque las provincias de Pichincha, Chimborazo, Tungurahua, Guayas, Morona Santiago y Napo están también representadas.
Años más tarde, al haber alcanzado el cargo de Director del Museo del Hombre, Rivet insistió en la necesidad de ver al hombre como un todo. Este criterio prevaleció sin duda en la elección de las piezas arqueológicas de su colección, en la cual figura un abundante y variado registro cerámico (aríbalos, vasijas trípodes, cuencos, platos), un abundante arsenal bélico (piedras de boleadoras, bastones de propulsadores, hachas), objetos decorativos (tupus, cuentas de collar, narigueras, llautos u ornamentos de corona), piezas de uso ritual (conopas, tumis, mullu, tincullpas), o doméstico (agujas, morteros, fusaiolas). En su Ethnographie Ancienne de l’Equateur (1912), el investigador menciona algunas de estas piezas, indicando sin embargo no querer adentrarse demasiado en su análisis, probablemente a la espera de un estudio más profundizado de las mismas, que lastimosamente nunca llegó a ser concretado, circunstancia perfectamente entendible si tomamos en cuenta la gran cantidad de material científico extraído por Rivet de Suramérica.
La exploración del misterioso sitio arqueológico de Paltacalo brindó al francés la oportunidad de contribuir a la antropología física del continente, aunque su propuesta de la existencia de una raza paleosudamericana no fue aceptada. Sin embargo, lo más relevante de dicha exploración se refiere actualmente a las piezas cerámicas que Paul Rivet halló en la necrópolis, y que podrán quizá aportar indicios para el conocimiento del Formativo temprano de la Sierra ecuatoriana. Los seis años que Rivet pasó en el Ecuador le brindaron un considerable corpus de datos, explotado paulatinamente por el investigador mediante publicaciones de tinte antropológico, etnográfico, arqueológico o lingüístico (entre otros enfoques). A más de la ya citada Ethnographie…, mencionaremos El origen del Hombre americano (1943), Los Indios Colorados, relato de viajes y estudio etnológico (1905), o El Idioma Jíbaro o Siwora (1909).

Mise à jour le Vendredi, 12 Février 2010 06:03
 

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