Rincón del Humor |
Escrito por Ernesto Salazar |
Lunes, 19 de Noviembre de 2012 23:16 |
NOTA DEL EDITOR. El crédito por el desarrollo de la Teoría de Alcance Medio en arqueología lo debemos a Lewis R. Binford quien, en varias investigaciones, sobre todo entre los Nunamiut, estableció que el registro arqueológico no es un mero aglutinamiento de objetos diversos, sino un registro, precario si se quiere, pero depositario al fin de acciones humanas en el pasado. Cómo se llegó a la conjunción significativa del artefacto y el comportamiento humano es asunto bastante conocido; pero estoy seguro que Binford hubiera sonreido al leer esta historia, publicada en un texto escolar británico hace 110 años. OBSERVACIÓN Un derviche viajaba solo por el desierto, cuando dos mercaderes se encontraron accidentalmente con él. — “Han perdido un camello”, les dijo. — “En efecto, lo hemos perdido”, contestaron. — “¿No era ciego del ojo derecho y cojo de su pata izquierda? — “Lo era”, dijeron los mercaderes. — “¿Y no iba cargado de miel en un costado, y de trigo en el otro?” — “Sí, claro”, replicaron, “y como tú lo has visto recientemente, y has logrado verlo con detalle, podrás llevarnos seguramente adonde está”. — “Amigos míos”, dijo el derviche, “jamás he visto a su camello ni he oido hablar de él, excepto por ustedes”. — “Bonita historia, ciertamente”, dijeron los mercaderes, “pero dónde están las joyas que formaban parte de su carga?” — “No he visto al camello ni sus joyas”, repitió el derviche. En eso, los mercaderes agarraron al derviche y apresuradamente lo llevaron delante del cadi; pero, al registrarlo minuciosamente, no le encontraron nada, ni siquiera evidencia alguna para condenarlo por falsedad o por robo. Y cuando ya estaban a punto de procesarlo, al menos por brujo, el derviche, con gran calma, se dirigió así a la corte: — “Me he divertido mucho con su sorpresa, y asumo que pudo haber habido alguna base para sus sospechas, pero he vivido solo y por mucho tiempo, y he tenido amplia oportunidad para la observación, aun en el desierto. Me di cuenta que había cruzado las huellas de un camello, que se había desviado de su dueño, porque no vi ninguna huella de pasos humanos en la ruta del camello. Me di cuenta de que el animal era ciego de un ojo porque había arrancado la hierba solamente de un lado de su camino, y que era cojo de una pata por la impresión difusa que dicha pata había dejado en la arena. También concluí que el animal había perdido un diente, porque donde había pastado, había dejado intactas algunas hierbas en el centro de su mordida. Y en lo que se refiere a la carga de la bestia, las ocupadas hormigas me informaron que había trigo en un lado, y las nubes de moscas, que había miel en el otro”. Colton, 1902, Observation, En The Royal Readers 4:63-64. The Royal School Series, Thomas Nelson, Londres. Traducción del Editor. |