Escrito por Andrés Daniel García Herrera
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Jueves, 06 de Febrero de 2014 17:23 |
El error consistió en creer que la naturaleza es nuestra, siendo que nosotros somos parte de la naturaleza… (Don Aurelio, curandero totonaco)
Este relato comienza en la Sierra Norte de Puebla, en la región conocida como Totonacapan, denominada así por ser el etno-territorio ancestral totonaco, y deriva del trabajo etnográfico que realicé allí, como parte de un proyecto universitario sobre saberes médicos indígenas. En esta región coexisten dos etnias, totonacos y nahuas, sociolingüísticamente diferenciadas, pero con una enorme tradición cultural de raigambre prehispánica, que avala su coexistencia en este espacio, desde antes de la conquista hispánica. La Profesora del Proyecto “Pensamiento Simbólico y Medicina Tradicional” nos envió a mi y a una compañera, al municipio de Huehuetla, ubicado en el estado de Puebla, México, con el objetivo de realizar una serie de entrevistas sobre la iniciación, práctica y saberes de los médicos tradicionales indígenas conocidos como “curanderos” o “kuchaná”, como se autodenominan en lengua totonaca.
Esta experiencia tiene lugar en medio de una caminata, bajo una ligera llovizna, en la vereda de la carretera que da frente al Modulo de Medicina Tradicional. Para guarecernos, el refugio fue una tienda de víveres, en cuyo interior había un grupo de jornaleros agrícolas nativos de la región con los que departimos entre risas y anécdotas. Posteriormente, nos sentamos a esperar el bus de regreso al hotel del pueblo donde estábamos pernoctando, en el municipio de Huehuetla, Puebla, que funge como cabecera municipal. Justo en ese momento, un señor de edad, cuyo nombre no recuerdo, se acercó a conversar conmigo, con un marcado lenguaje entre totonaco y español, que no impidó la comunicación. En mi búsqueda de personas con conocimiento de medicina tradicional, le pregunté si conocía a alguna persona experta en la materia. -“ Si, mi compadre cura y cura muy bien, vénganse no más, yo los llevo adonde él está y de paso los invito a comer un guajolote”. Debo señalar, en este contexto, que ninguna persona de la tienda lo saludó ni conversó con el, lo que me pareció muy extraño, más aún si se considera que a mi compañera de trabajo le habían dicho en voz baja que no nos fuéramos con el. En ese momento, desconocía las razones, pero ahora las puedo vislumbrar. En todo caso, a pesar de las advertencias, nos dispusimos a ir rumbo a casa del señor para comer el guajolote y visitar a su compadre para conversar con el sobre el don que poseía para curar muchas enfermedades.
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Última actualización el Jueves, 06 de Febrero de 2014 18:36 |
Escrito por Ernesto Salazar
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Jueves, 06 de Febrero de 2014 17:54 |
El esqueleto de un rey
Ahora es un parqueadero del centro de Leicester, pero alli se irguió alguna vez uno de los primeros conventos franciscanos de Gran Bretaña (construido en 1230 y demolido en el siglo XVI durante la operación “Disolución de los Monasterios”), en cuya iglesia fue enterrado el ultimo Plantagenet, el rey Ricardo III, luego de su muerte en la batalla de Bosworth en 1485. Y allí, los arqueólogos de la Universidad de Leicester, encontraron no sólo restos de la construcción medieval, sino también un esqueleto, cuya datación es del rango de 1455-1540 AD. Los investigadores Prof. Kevin Schurer y Dr. Turi King, en pruebas de ADN de un diente del esqueleto comparadas con muestras de un par de descendientes vivos del último Plantagenet, indican que, “más allá de una duda razonable”, se trata del rey Ricardo III. En cuanto a la integridad del personaje, la osteóloga Dra. Jo Appleby señala, entre otras cosas, que el esqueleto muestra un individuo bien alimentado, pero que sufría de escoliosis (torcedura) de la columna y que el brazo no era atrofiado, como dice la tradición. Entre sus 10 heridas sufridas en la batalla, constan dos golpes cerca de la base del cráneo, que produjeron probablemente su muerte. Además tenía heridas “post mortem” en la caja torácica y en las nalgas, según la antigua costumbre medieval de continuar atacando al vencido, luego de su muerte, para humillarlo más. Interesante historia para admirar lo que se puede hacer en arqueología con la moderna tecnología (Carly Hilts febrero 4, 2013; AlicePark time.com febrero 7, 2013, sección ciencia).
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Última actualización el Jueves, 06 de Febrero de 2014 18:33 |
Escrito por Ernesto Salazar
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Jueves, 06 de Febrero de 2014 18:03 |
Allen, Susan Heuck, 2011, Classical spies. American archaeologists with the OSS in World War II, Greece. The University of Michigan Press.
Anthony, David W., 2010, The horse, the wheel and language. How Bronze-age riders from Eurasian steppes shaped the modern world, Princeton University Press.
Bahn, Paul, 2012, Written in bones. How human remains unlock the secrets of the dead. Segunda edición revisada. Firefly Books, Richmond Hill, Canadá.
Bonavía, Duccio, 2009, El maíz, Universidad San Martín de Porres, Lima.
Guffroy, Jean, 2009, Imágenes y paisajes rupestres del Perú, Universidad San Martín de Porres, Lima.
Bowser, Brenda y María Nieves Zedeño, eds., 2009, The archaeology of meaningful places, University of Utah Press, Salt Lake City.
Castillo, Luis Jaime, 2011, San José de Moro y la arqueología del valle de Jequetepeque, Fondo Editorial PUCP, Lima.
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Última actualización el Jueves, 06 de Febrero de 2014 18:38 |
Escrito por Ernesto Salazar
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Jueves, 06 de Febrero de 2014 18:12 |
Del complejo de fortalezas del norte del Ecuador, la más meridional y cercana a Quito es el pucará de Guangüiltagua, del que parece no haber quedado nada. Jacinto Jijón y Caamaño y Larrea lo mencionan (1918:87), pero, fuera de una discusión histórica, a base de crónicas, sobre la campaña inca contra el norte del Ecuador, no lo describen ni lo estudian, contentándose con presentar un plano del mismo, como único documento de su existencia. Este plano fechado en 1907 es de autoría de Jacinto Pankeri, coadjutor salesiano en el Ecuador, instructor privado de primaria de Jijón y Caamaño, y luego asistente eventual y dibujante en sus investigaciones arqueológicas. Con el pasar de los años, y el extenso proceso de urbanización de Quito, es bastante probable que el mencionado monumento haya desaparecido.
Guangüiltagua es el elevado borde oriental montuoso de la antegrada de Quito, que desciende abruptamente al valle de los Chillos. En su cima se halla hoy ubicado el Parque Metropolitano de Quito, donde el visitante puede observar hacia el este el impresionante paisaje de los Chillos. Es probable que el pucará haya estado ubicado en la ladera que baja a Guápulo, del que está separado por la Quebrada del Batán. Esta quebrada habría constituido uno de los drenajes de la antigua laguna de Añaquito, ya que parece venir desde el actual Parque de la Carolina, por la Plaza Argentina, para entrar luego a Los Chillos por el conocido sitio del Partidero (a Tumbaco). A poca distancia de este lugar la quebrada forma una “pagcha”, cascada de unos cincuenta metros, que todavía existe, para luego unirse al río Machángara. En el plano de Pankeri, el pucará de Guangüiltagua tiene unos siete contrafuertes construidos a intervalos, hasta la parte media de la ladera. No se consigna escala alguna, de manera que no se puede apreciar las dimensiones de la fortaleza; y la quebrada del Batán parece estar mal ubicada porque, en el terreno, no flanquea al cerro. Consigno estos detalles para una mejor comprensión del documento que adjunto, de autoría del Pbro. Juan de Dios Navas, historiador y arqueólogo aficionado que, al parecer, re-descubrió el pucará en época no determinada, aunque anterior a 1926. Es un poco difícil evaluar el hallazgo de Navas en relación con el descubrimiento original de Jijón y Camaño. En corto, lo que dice Navas es que hay dos conjuntos de construcciones separadas por la quebrada del Batán, al parecer a la altura de la pagcha. Señala además que envía a Jijón y Caamaño un plano de la fortaleza, que estimo no es el mismo que levantara Pankeri. Es curioso que Jijón y Camaño no le mencione en sus trabajos, ya que Navas fue miembro de número de la Academia Nacional de Historia, y uno de los más destacados prehistoriadores del poblamiento del Ecuador, a comienzos del siglo XX (junto a González Suárez, Julio Matovelle, y José Ma. Coba Robalino).
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Última actualización el Jueves, 06 de Febrero de 2014 18:40 |
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