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Revistas Apachita Apachita 19 De estrellas y monos en la cultura pasto
De estrellas y monos en la cultura pasto PDF Imprimir E-mail
Escrito por Josefina Vásquez P.   
Viernes, 16 de Noviembre de 2012 09:39

Etnohistórica y arqueológicamente, los pastos fueron grupos étnicos con organización política de tipo cacical. Vivían en grandes poblados ubicados en el páramo, y en colonias menores localizadas en el valle del Chota y en el piedemonte occidental (Landázuri 1995, Echeverría y Uribe 1995). El territorio pasto abarca gran parte de los páramos del suroccidente de Colombia y el norte de Ecuador, básicamente entre el río Chota (ribera norte en Carchi) y el río Guáitara (Nariño). La antigüedad de su ocupación arqueológica oscila entre los 400 y 1600 d. C. Sabemos que, entre sumisiones y rebeliones temporales, los pastos resistieron a la conquista de los inkas, como lo hicieron otros cacicazgos norteños del Ecuador (Betanzos 1510?{2004}: 254-255); Cieza de León 1962 {1553}:121-123). Sin embargo, en la colonia española, los pueblos pastos fueron devastados por la esclavitud en las haciendas y en las minas y por el repudio racial por parte de los conquistadores. Hoy, sus descendientes persisten en poblar los resguardos de Nariño y tienen influencia política a nivel nacional (Rappaport 1998, 2005).

En tiempos precolombinos, los pastos se inspiraron en la naturaleza para decorar sus casas, sus tumbas y vasijas, y grabar en grandes rocas las representaciones estelares y los animales silvestres del páramo. Una de las características más notables de la iconografía cerámica y de los petroglifos de los pastos es el predominio de los primates (Bray 1998). Petroglifos con representaciones de estos animales se han encontrado a lo largo de la demarcación territorial de los pastos, como en Piedra Pintada (San Isidro), la Piedra de los Monos (Los Monos), el petroglifo de Cumbal, entre otros. El más reconocido de la iconografía pasto es el Aotus vociferans, mono de la noche o tutamono, habitante por excelencia de las zonas tropicales andinas (De la Torre 2000). Además de la representación a escala regional, es interesante destacar que, a escala doméstica, también se observan estos primates, tanto en la vajilla de uso cotidiano (ollas, compoteras, etc.), como en la asociada a los entierros de individuos, en calidad de ajuar funerario (ocarinas, compoteras y botijuelas).

Frente a Mayasquer (Colombia), al otro lado del Río San Juan, en la localidad de Chilmá Bajo (Carchi) se mapeó y se excavó una muestra de casas de un poblado pasto en el piedemonte occidental (Vásquez et al. 2006). Chilmá fue probablemente una colonia en la zona baja, en la vía hacia la actual ciudad de Maldonado. La excavación sistemática de casas pastos en Chilmá y en Nariño (Uribe y Lleras 1982-1983, Uribe y Cabrera 1988, Bernal 2000) indica la presencia de al menos una tumba de pozo en el centro de cada vivienda. Allí, los difuntos eran depositados con masivos ajuares que consistían en decenas de botijuelas y compoteras, así como de estatuillas antropomorfas, ocarinas en forma de caracol, y maquetas de casas circulares con techos cónicos (Echeverría y Uribe 1995). Sin embargo, la actividad ilegal de los huaqueros en el Carchi y de los coleccionistas ha dejado a la mayoría de estos objetos patrimoniales fuera de su contexto arqueológico original y en posesión de penosas colecciones, como la del Museo del Alabado en Quito, que de ordinario rechazan los fragmentos cerámicos y otras evidencias menores que pueden proporcionar importante información sobre el pasado. Por ejemplo, en las excavaciones sistemáticas en Chilmá encontramos pequeños fragmentos que nos brindaron la posibilidad de saber a qué tipo de artefacto pertenecieron (ocarinas, cuencos, compoteras, etc.) y en qué actividad fueron utilizados, sea esta de carácter doméstico (comer y beber) o ceremonial (acompañar a los difuntos en las tumbas de pozo profundo).

En estos recipientes cerámicos es común la representación de primates, como señala el etnógrafo Dimitri Karadimas (1999 y 2001) en base al examen de algunas colecciones de materiales pastos en Colombia. Pero hay algo más interesante aún. Karadimas propone que hay estrellas, concretamente la constelación de Orión, representadas no solo en la vajilla, sino tambien en la orfebrería de los pastos. Cabe señalar que, en algunas culturas amerindias, sobre todo de la zona ecuatorial, la representación estelar es bastante popular y de intenso significado diario (Karadimas 1999 y 2001). La constelación de Orión, concebida para el cielo occidental por el imaginario griego, equivale para los mirañas del Río Caquetá (Amazonas colombiano) a la constelación de los monos nocturnos, que son cuatro (Karadimas 1999:164-165). Estos monos, con sus cabezas y sus colas, representarían, según Karadimas (2000:166), a las cuatro estrellas de Orión: Bételgeuse, Rigel, Bellatrix y Saiph, que conforman en el cielo nocturno un trapecio, cuya representación se observa pintada en la vajilla pasto. ¿Cómo hace Karadimas para ligar Orión con los Pastos? Al efecto, el autor propone que los Pastos migraron desde el Caquetá Medio (Amazonas colombiano) hacia los páramos, en donde encontramos hoy sus antiguos asentamientos, y sostiene que se puede advertir esto en la pintura de personajes míticos en la vajilla y en la fragua de un orfebre. El mito de la actual etnia miraña sobre la constelación de los Tutamonos (cuatro hermanos que se convierten en monos) estaría materializado, según Karadimas, en la alfarería y orfebrería de los pastos, que usualmente muestran dos o cuatro monos que, en definitiva, representarían a Orión.

Al igual que los griegos plasmaron a sus héroes en las constelaciones, los antiguos mitos amerindios estructuraron a su antojo el mapa estelar nocturno. El cielo no ha cambiado y Orión o Tutamonos sigue nocturnamente su recorrido hacia el oeste. Por cierto, es difícil recrear cómo miraban el cielo los pastos de hace más de 1000 años y legitimar vínculos entre etnias tan distantes en tiempo y espacio como los pastos y los mirañas. Resulta más complicado todavía imaginarse cómo llamaron a Orión en aquellos tiempos, en qué lengua y con qué significados. Pero sigamos con la imaginación. Uribe y Cabrera (1988) utilizan la cosmovisión Kogi de la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia), estudiada por Reichel-Dolmatoff, para interpretar la relación entre el pensamiento pasto y la distribución de casas y tumbas en la región. En el registro arqueológico de los pastos se ha detectado la presencia de concentraciones de varias casas circulares que definen un patrón de asentamiento jerárquico en aldeas y en caseríos menores. A veces dos casas pastos de mayor diámetro parecen gemelas o están una al lado de otra como si fueran una pareja, en manera análoga a como están dispuestas las casas-templos Kogi en Santa Marta. Estas grandes casas circulares son de carácter ritual y se construyen en pareja, una para las mujeres y otra para exclusivo uso de los hombres (Reichel-Dolmatoff 1975). Las casastemplos tienen un agujero en el techo para la observación de los astros, tanto de día como de noche, por parte de especialistas astrónomos (?). El agujero se puede tapar con pedazos de ollas rotas y destaparlo deliberadamente para las observaciones astronómicas desde el interior de la casa. Las épocas de siembra y cosecha se determinan en base al movimiento de las estrellas (Reichel-Dolmatoff 1975).

Al combinar la mitología miraña acerca de los cuatro hermanos monos en el Amazonas colombiano (Karadimas 1999) con el uso de las casas-templos Kogi de Santa Marta (Uribe y Cabrera 1988), se podría imaginar a las grandes casas emparejadas de los pastos en Chilmá como templos, cuyos techos también se podían destapar para ver los astros. Existe una maqueta modelada en arcilla de una casa pasto con un mono pegado al techo (publicada en Echeverría 2004), que podría materializar esta comparación y así apoyar en parte el postulado de Karadimas (1999).

Estas casas, con tumbas en su centro, están cobijadas cada noche por una infinidad de constelaciones y otras apariciones nocturnas. Al excavar las casas pastos, al borde del Río Chilmá, se ha constatado que esta gente enterraba a sus difuntos en profundas cámaras subterráneas en donde depositaban a los muertos con vajilla decorada con monos y astros (como el sol pasto). Los motivos de dos y cuatro monos en la vajilla pasto, tanto de contextos domésticos como funerarios, están definitivamente asociados con la muerte, los ancestros, y el paisaje estelar. ¿A dónde iban los difuntos pastos al morir? Seguramente se iban al cielo que, en vez del paraíso edénico, habría sido a lo mejor un paraíso nocturno y oscuro donde el “alma” podría al fin contemplar a sus venerados monos agitándose en el espacio infinito.

Referencias citadas:

Bray, T., 1998, Monos, monstruos y mitos: conexiones ideológicas entre la Sierra Septentrional y el Oriente del Ecuador. En Intercambio y comercio entre Costa, Andes y Selva: Arqueología y Etnohistoria de Suramérica, editado por F. Cárdenas Arroyo, y T. Bray, pp. 134-154. Universidad de Los Andes, Bogotá.

Bernal, A., 2000, La circulación de productos entre los pastos en el siglo XVI. Revista de Arqueología del Área Intermedia 2:125-152.

Betanzos, J. de, 1510?-1576 (2004), Suma y narración de los incas: seguida del discurso sobre la descendencia y gobierno de los incas. Crónicas y memorias, Madrid.

Cieza de León, P., 1962 (1553), La Crónica del Perú. Tercera Edición, Colección Austral, Espasa-Calpe, Madrid.

De La Torre, S, 2000, Primates de la Amazonía del Ecuador. Simbioe/Tierra Incógnita/Ministerio de Ambiente/Proyecto Petramaz, Quito.

Echeverría, J., 2004, Las sociedades prehispánicas de la Sierra norte del Ecuador. Una aproximación arqueológica y antropológica. Colección Otavalo en la Historia. Serie 1, Vol. 1. Universidad de Otavalo e IOA, Otavalo.

Echeverría, J. y M. V. Uribe, 1995, Área septentrional andina norte: arqueología y etnohistoria, Colección Pendoneros, IOA, Otavalo.

Grada Paz, O., 2010, El sol de los Pastos. Editorial Travesías, Barranquilla.

Landázuri, C., 1995, Los curacazgos Pastos prehispánicos: agricultura y comercio, Siglo XVI. Colección Pendoneros. Abya-Yala-IOA-BCE, Quito.

Karadimas, D., 1999, La constellation des quatre singes. Interprétation ethnoarcheo- astronomique des motifs de “El Carchi-Capulí” (Colombie, Equateur). En Journal de la Société des Américanistes 85(1):115-145.

Karadimas, D., 2000, Monos y estrellas entre el Amazonas y los Andes: Interpretación etno-arqueoastronómica de los motivos de Carchi-Capulí (Colombia- Ecuador). Revista Amazonía Peruana, Tomo XIV:27, pp. 145-192.

Reichel-Dolmatoff, G., 1975, Templos Kogi: Introducción al simbolismo y a la astronomía del espacio sagrado. Revista Colombiana de Antropología 19(2):199- 245.

Rappaport, J., 1988, La organización socio-territorial de los Pastos: una hipótesis de trabajo. Revista de Antropología 4(2): 71-103.

Rappaport, J., 2005, Cumbe Renaciente. Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Bogotá.

Uribe, M.V. y G. Lleras, 1982-1983, Excavaciones en los cementerios Protopasto de Miraflores, Nariño. Revista Colombiana de Antropología 24:335-379.

Uribe, M. y F. Cabrera , 1988, Estructuras de pensamiento en el Altiplano nariñense. Revista de Antropología 4(2): 41-69.

Vásquez J. et al., 2006, Informe final del Proyecto Arqueología, Etnohistoria y Etnografía de un pueblo Pasto (Carchi, Ecuador) entregado al INPC/PUCE, Quito.

Última actualización el Viernes, 16 de Noviembre de 2012 13:38
 

Comentarios  

 
#1 los restos humanos del ecuadorGuest 26-05-2013 11:21
mmm yo kisiera de los restos humanos
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