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Revistas Apachita Apachita 18 Las ruinas de Jocay
Las ruinas de Jocay PDF Imprimir E-mail
Escrito por Marshall H. Saville   
Lunes, 23 de Mayo de 2011 12:39

Cerca de la actual ciudad de Manta, se encuentran las ruinas de un gran asentamiento precolombino. En la segunda parte de la “Descripción de la Gobernación de Guayaquil” hay un pasaje interesante sobre Manta, que señala que el asentamiento indígena se llamaba Jocay, y que los nativos no tenían conocimiento de cuando fue fundado. El documento señala además que, a una distancia de una o dos leguas de Jocay, habían otros tres pueblos llamados Jaramijó, Camilloa y Cama. Los españoles forzaron a los indios a abandonar estos pueblos y a asentarse en Manta. La misma lengua se hablaba en todos los pueblos. Parece que, al tiempo de su descubrimiento, Jocay estaba gobernado por un cacique que se llamaba Lligua Tohali. Era un pueblo de extensión considerable; pero, a causa de la crueldad de los españoles, que torturaban a los indios para obtener oro y esmeraldas, la población se redujo rápidamente.

Las ruinas de Jocay se pueden ver al sur de la actual Manta, extendiéndose hasta la ciudad misma. Probablemente, en tiempos anteriores, alcanzaban hasta la playa, pero la actual ciudad moderna ha obliterado todas las huellas de la casas antiguas. Sin embargo, hay restos de cientos de casas y montículos, con innnumerables tiestos rojos dispersos en el suelo, por aquí y por allí. Estas casas, a menudo, son de una habitación solamente; pero hay muchas de dos o más, y aun hasta siete en una sola edificación. Poco ha quedado de las paredes, cuyas bases son de piedras bastas clavadas en el suelo con el lado plano hacia arriba. La anchura media de las paredes es de 91.4 cm. a 122 cm., con caras interior y exterior hechas de la misma manera, y probablemente rellenadas con tierra y piedras. Todavía se puede apreciar la forma de estos cuartos de muchas de las casas; pero hay que señalar que, por generaciones, el lugar ha servido como cantera para los habitantes de Manta, que constantemente han sacado piedras de las paredes para usarlas en la ciudad.

Algunos de los edificios fueron de enorme tamaño. Uno de ellos tenía 57.9 m. de largo; 11.9 m. de ancho, en el lado sur, y 11.3 m. en el lado norte, medidas estas tomadas en el interior del mismo. El espesor de las paredes laterales era de 137 cm., y el de la pared del sur de 78.7 cm. En este edificio, los lados de ambas paredes eran de losas puestas sobre el suelo [doble hilera] con los espacios entre ellas rellenados con piedras. La superficie del suelo, cerca del lado norte de este gran edificio, estaba inclinada ligeramente hacia el mar, y una plataforma inclinada o rampa (10.7 m de largo) se extendía desde el nivel del edificio, a manera de entrada, aunque no había en ella indicios de gradas de piedra. La orientación del edificio era, en general, de norte a sur; pero la variación respecto al norte verdadero era mucho mayor que la observada en los lugares antiguos de México y América Central. Muchas de estas casas están cubiertas de maleza, de manera que es imposible hacer mediciones precisas de sus dimensiones, sin depejarla. Al menos, esto ha facilitado la preservacion de las paredes, ya que hasta ahora los nativos se han contentado con tomar las piedras que yacen en campo abierto de las estructuras en ruinas. Otra casa medida tenía 45.7 m. de lar-go, y 12.5 m. de ancho. Las piedras clavadas en el suelo para las paredes eran de 61 cm. de alto. Como en el caso anterior, esta edificación estaba también provista en un extremo de una rampa inclinada.

Dispersos por aquí y por allá hay muchos montículos, que son probablemente sitios de enterramiento. En un grupo de cuartos, hacia el este, había algunas esculturas de piedra bastante desintegradas. Un cuarto tenía paredes hechas de tierra, probablemente de los adobes tan comúnmente usados en la antigua América. En su interior había un grupo de cinco esculturas, de las que solamente una estaba parada en su lugar, cerca de la pared. Se trata de una figura humana, cuya cabeza ha sido arrancada; tiene 146 m. de alto y 71.1 cm. de grosor. Hay entre estas esculturas otras varias de figuras humanas, y un solo monolito (de 183 cm. de largo), que tiene huellas de esculpido. En general, estas esculturas están tan meteorizadas y gastadas que, al presente, dan muy poca evidencia del grado de desarrollo alcanzado por el pueblo antiguo en el arte de esculpir. Parte de la piedra es calcárea, mientras las losas delgadas son de arenisca granulosa.

En Manta, en la casa mercantil llamada Casa Tagua, hay dos esculturas muy curiosas con figura de animal, que fueron tomadas de las ruinas. Están en mejor estado de preservación que las esculturas ya mencionadas. Tienen 122 cm. de altura y representan animales de cuellos muy largos con parte del cuerpo. Posiblemente sean llamas, aunque son de representación tan convencionalizada que no hay certeza sobre qué animal se trató de representar. Acaso la llama fue el unico animal de cuello largo con el que la gente se hallaba familiarizada. En el suelo, en la vecindad de los edificios ruinosos, además de los tiestos rojos ya mencionados, había martillos de piedra, manos de metates rotas, metates rotos y los restos de vasijas cerámicas de color café, asi como también fragmentos de figurinas de arcilla. Los nativos dicen que el sitio del antiguo templo se hallaba en el lugar del moderno cementerio de Manta, pero al presente no hay absolutamente evidencia alguna de dicha estructura. Hasta el presente, no se han hecho excavaciones en las ruinas, que cubren varios kilómetros cuadrados, y que prometen ser un importante campo para un futuro trabajo arqueológico.

Anónimo, 1868, Segunda parte de la descripción de Guayaquil, en que se trata de la ciudad de Puerto Viejo y su distrito. Colección de documentos inéditos del Archivo de Indias, tomo 9:276-309. Girolamo Benzoni, 1985, La historia del Nuevo Mundo, Museo Antropológico del Banco Central del Ecuador, Guayaquil

Tomado de Marshall H. Saville, 1907, The Antiquities of Manabi, Ecuador. Preliminary report. Contributions to South American Archeology, pp. 19-21. The George G. Heye Expedition, New York.

Traducción del Editor.

 

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