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La Momia del Museo del Banco Central PDF Imprimir E-mail
Escrito por Karen O. Bruhns, Nancy L. Kelker   
Sábado, 11 de Septiembre de 2010 11:26

Hay momias falsas por aquí y por allí. En realidad, como las egipcias, son en su mayoría imitaciones, trozos de varios cuerpos y objetos de varios entierros juntados en un todo fraudulento. Tal es el caso de la pobre “señora cañari” del Museo del Banco Central de Quito. Este museo es esencialmente el museo nacional del país, fundado sobre la base de colecciones privadas y de compras selectivas a huaqueros, de manera que la generalidad de las piezas tiene poco en lo referente a proveniencias detalladas y confiables. La supuesta momia, si es realmente cañari, debería haber procedido de los Andes meridionales, lo cual es especialmente problemático, dado que la región es generalmente un lugar húmedo, con pocas cuevas secas y otras amenidades tendientes a la preservación de momias.

La momia está echada de espaldas, con las piernas ligeramente flexionadas. El cráneo tiene un poco de cabello conservado, largo y ondulado, razón por la que, presumiblemente, la momia es referida como “ella”. El cuerpo está cubierto de un uncu (camisa de hombre de estilo antiguo) de textil basto, con fajas, de patrón más bien genérico, fijadas al mismo horizontalmente. Este extraño vestido debe ser un regalo de despedida de muerto, ya que las mujeres no usaban camisas masculinas, sino mas bien faldas dobladas o vestidos tipo sarong y shales. Las señoras cañaris del último período prehispánico llevaban ropa inca, un vestido doblado con cinturón y pinzas en los hombros, y un shal pegado también con pinzas o tupos (Bruhns 2002). Las fajas decoradas, fijadas al vestido con grapas, no se acerca a ningún estilo antiguo.

Cuando el Museo del Banco Central se mudó, de su espacio original en el edificio del Banco Central de Quito, al edificio de la Casa de la Cultura, algunas otras anomalías se hicieron evidentes. La más importante era que la cabeza y el cuerpo eran claramente de diferentes individuos. Simplemente, no coincidían, y la cabeza estaba unida al cuerpo con alambre. A pesar de las advertencias de los pocos arqueólogos que aún estaban asociados con este museo de arqueología, la momia fue puesta en exhibición como cañari, y allí está bajo el esplendor de las luces.

Aunque no hay evidencia confiable sobre su origen, la mejor apuesta es que tanto la cabeza como el cuerpo vinieron de alguna parte de Perú, lugar donde las momias son bastante comunes. La preservación relativamente pobre parece sugerir el Norte de este país, una región con la que hay fuerte intercambio, incluyendo el de antigüedades. Las ropas también son probablemente de la costa peruana: una camisa basta tomada de una tumba o momia de alguna parte (la rusticidad de la tela sugiere que no provenía de un entierro rico) y algunas fajas de la misma región general, cosidas luego a la camisa para hacer una combinación atractiva. Lo que es cierto es que nada vino del Ecuador, una tierra donde los textiles antiguos se conocen mejor por sus improntas en la cerámica y en las figurinas, y donde las momias van de raras a inexistentes.

¿Por qué falsificar una momia? Bueno, habría que preguntar a John Dillinger por qué robaba bancos. Conociendo a coleccionistas, como en nuestro caso, los fabricantes de momias no tendrían dificultad alguna en encontrar al menos una docena de personas que coleccionan antigüedades, que saben muy poco de prehistoria, pero son lo suficientemente vanas para competir por las piezas más exóticas, y que irían por una momia dudosa a la primera corazonada, particularmente si se les diera una apropiada procedencia patriótica por parte de un entusiasta vendedor. Y así, otra vez, es como las falsificaciones toman el camino de los museos…

Bruhns, Karen O., 2002, Vestimenta en el Ecuador precolombino. Arqueología del Area Intermedia 4:11-44, Popayán.

Tomado de Karen O. Bruhns y Nancy L. Kelker, 2010, Faking the Ancient Andes, pp. 169-171, Left Coast Press, Wlanut Creek, CA. Reproducido con permiso de las autoras y el editor. Traducción de E. Salazar.

Última actualización el Sábado, 11 de Septiembre de 2010 11:51
 

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