El término domesticación viene del latín “ domus”, que significa casa, y hace referencia a plantas y animales que han pasado del estado silvestre al control directo de los humanos. La domesticación de plantas y animales fue un largo proceso que ocurrió en el mundo entre 13.000 y 4000 años a. C., dando lugar a la llamada “revolución neolítica”, el mayor cambio cultural en la historia humana. El proceso consistió en inducir cambios biológicos y conductuales en animales y plantas, al punto que estos ya no pueden vivir sin la ayuda humana. En el caso de los animales, es imprescindible para la domesticación que se controle el cruce y la reproducción de los mismos. Una vez iniciado, el proceso de domesticación no se ha detenido jamás. Prueba de ello son las numerosas variedades de plantas y animales, incluyendo ahora las transgénicas, que los laboratorios de agronomía producen cada año.
Sin laboratorios de genética, ni control de variables climáticas, alimenticias, patológicas, etc, la domesticación de los animales duró miles de años, pero fue efectuada con humanidad y cariño en pro de los nuevos compañeros de la casa. Ahora se los domestica con rapidez increible, a veces infligiendo al animal cambios espantosos. Si el lector es comedor de pavo americano de “doble pechuga”, talvez debería saber que a la pobre ave se le corta, de pequeñita, el pico superior, para que no coma cualquier cosa, sino solamente el concentrado de maíz que simplemente se le desliza por el pico inferior. También se le corta la uña del pulgar para que no ataque a sus congéneres en el hacinamiento de la granja avícola (ca. de 10.000 por criadero), donde no puede ni moverse siquiera. Sus patas nunca pisan (ni pisarán) el suelo campestre de hierbas y charcos de agua, sólo la superficie del criadero, llena de aserrín, de la que sale una fuerte emanación de amoníaco que quema los ojos. Los pavos de las granjas avícolas nunca ven la luz del día, pero están iluminados con fuertes luces las 24 horas, sólo comiendo y sin dormir nunca. Todo instinto natural y de inteligencia ha sido eliminado de estos pobres pavos, ya que su único fin en el mundo es vivir un poco y producir más pechuga en el menor tiempo posible just for you (Martins, The New Times 2003, noviembre 24).
Sólo para referirme a animales cercanos a nosotros, el perro fue domesticado hacía 13.000 a.C., el cuy hacia 6.000 a.C; la llama hacia 3500 a.C., y la alpaca hacia 1500 BC. Es curioso que en el continente americano hayan surgido grandes civilizaciones con el aporte de tan pocos animales domésticos. Así que no deja de ser sorpresa que ahora podamos dar la bienvenida a la capibara (Hydrohoerus hydrochaeris) como animal ya domesticado.
La capibara es el roedor más grande del mundo (1 a 1.5 m. de longitud, 0.50 a 0.65 m. de alzada, y 50-80 kg. de peso) y ocupa una inmensa extensión de las tierras bajas tropicales de Sudamérica. Animal gregario, manso, con alta tolerancia a la densidad poblacional y al confinamiento, de precocidad en las crías y alta sobrevivencia, la capibara tiene todos los atributos que, desde tiempos prehistóricos, se buscaba en los animales salvajes, canditados a la domesticación. La capibara es muy apreciada por su cuero, y naturalmente por su carne, cuyo consumo es muy extendido en las tierras bajas. De hecho, Colombia importa cada año, desde Venezuela, una buena cantidad para el consumo de la Semana Santa.
La historia reciente de esta especie y sus variedades ha evolucionado desde los programas de explotación controlada hasta el establecimiento de granjas para criadero comercial. En Venezuela se mantuvieron hasta 1962 cuotas de caza de hasta 20.000 piezas anuales. Luego de un período de veda de 5 años, se incorporarn muchas granjas al programa de explotación controlada que subió a niveles de 46.000 cabezas en 1973, y a 70.000 en la década de los 80. El Hato El Frío (Apure) tiene grandes extensiones para el manejo comercial de la capibara existente en el sector, a base de la caza. En cambio, en la finca Santa María (Barinas) se establecieron extensos pastizales, acueductos y manchas de árboles y arbustos para el descanso de los animales, que han favorecido la migracion y colonización de esta especie. La Corporación del Desarrollo del Suroeste (Apure) está ahora financiando criaderos de capibaras, para venta de carne fresca, como sucede con nuestros cuyes. El Instituto de Producción Animal (Maracay) mantiene ya rebaños domesticados, con grupos de 5 hembras y 1 macho, marcados para su identificación, y controlados en su alimentación, cruce, comportamiento, sanidad, etc. En Brasil, hay programas similares, como el del Centro Interdepartamental de Zootecnia y Biología de Animales Silvestres (Piracicaba), que tiene ya granjas de cría de capibaras, con amplias perspectivas de desarrollo.
Considerando que estos programas comenzaron a mediados del siglo XX, la domesticación de la capibara se habría efectuado en 45-50 años, aparentemente sin mayores excesos sobre la integridad de los animales. Dado que la capibara jamás será adoptada en USA para la cena de Thanksgiving, hay buenas perspectivas de que nuestro roedor amazónico no sufrirá los tormentos del pavo de doble pechuga. Más información sobre nuestro nuevo compañero de la casa puede encontrarse en Eduardo González Jiménez, 1995, El capibara, Hydrochoerus hydrochaerus, estado actual de su producción. Documentos de la FAO, vol. 122. |