La Florida, un site du Quito Pré-Inca Imprimer
Écrit par Juan López Escorza   
Vendredi, 04 Janvier 2008 20:52

Au beau milieu de l'avancée irrépressible de l'urbanisation du nord de la ville de Quito, les archéologues ont réussi à s'emparer momentanément d'un petit terrain pour étudier le passé précolombien de ce secteur. Il s'agit du site archéologique de La Florida, nom sous lequel il est connu actuellement, en référence au quartier du même nom.

Vu de ce secteur, le paysage permet d'entrevoir ce qui fut autrefois une grande vallée, à l'intérieur de laquelle l'on sait qu'il exista un ancien lac, sur des terrains actuellement occupés par l'aéroport. Les premières évidences archéologiques, autour de l'emplacement du site, furent analysées en 1909 par Jijón y Caamaño, qui reporta la découverte de récipients tripodes et globulaires, mais surtout de grandes jarres ou urnes hautes avec peinture négative. Jijón utilisa le nom de Chaupicruz pour se référer à la culture qui occupa cette région. Il faudra attendre beaucoup de temps, plus d'un demi-siècle, pour que le site soit étudié une nouvelle fois par Doyon (1989), dont les fouilles comprirent 6 tombes en puits profondes, dont la plupart comptait d'une chambre centrale et d'enterrements multiples, datés entre 340 et 420 at. J.-.C.

Las investigaciones actuales (2004), a cargo de María Molestina, revelan una importante evolución en las costumbres funerarias de los antiguos habitantes de La Florida. Entre las varias tumbas encontradas, se destaca la sepultura I, en la cual, a 16.5 m. de profundidad, se halló un importante ajuar funerario conformado por vasijas decoradas, grandes tinajas, pectorales y dos importantes sacos de Spondylus princeps, cubriendo los cuerpos de un hombre y una mujer, en la cámara central de la sepultura. Evidentemente, el hallazgo de Spondylus revela un comercio intenso con la costa, aunque cabe añadir que la forma en que la concha fue encontrada (en forma de sacos de mullos) nos sugiere que llegó al sitio ya elaborada. En efecto, sólo en la costa existieron personas especializadas en la elaboración de los mullos, con materia prima fácilmente disponible, con talleres y herramientas adecuadas, y tecnologías que difícilmente pudieron haberse desarrollado en la Sierra.

Sabemos ahora que el yacimiento constituye una necrópolis; por lo tanto, fue escenario de una actividad ceremonial muy importante. El hallazgo, al interior de la sepultura (Molestina 2004), de material carbonizado, junto a cada uno de los 16 cuerpos, sugiere claramente que el fuego fue utilizado como un elemento de alto valor simbólico y ritual (Molestina 2006). Esta situación nos plantea algunas interrogantes: ¿desde cuando los habitantes del Quito pre-inca atribuyeron al fuego algún simbolismo particular? ¿Fue este poder simbólico parte de una tradición oral transmitida por otros pueblos, o surgió aquí mismo como parte de una cosmovisión shamánica? Recordemos que el uso simbólico del fuego dio origen, en muchas culturas, a importantes sistemas de creencias. Quizás en el Quito pre-inca su uso ritual nos sugiere la existencia de una cosmovisión casi institucionalizada. ¿Existió entonces una importante casta de sacerdotes que enseñaba el culto y tenía a su vez un poder político? Al interior de la sepultura, se encontraron también restos de hoja de coca que no sólo evidencian el comercio, sino que fueron utilizadas por los sacerdotes para los rituales de enterramiento, ya como ofrendas, ya como elementos de consumo durante el ritual.

La cerámica de pintura negativa encontrada en las sepulturas es de carácter antropomorfo, con similitudes estilísticas con la cerámica de la cultura Pasto. Por otro lado, los platos hallados en la sepultura I estaban ordenados espacialmente según el tamaño, uno sobre otro, desde el más grande al más pequeño, y atendiendo a la variación iconográfica (Molestina 2006). Este rasgo de distribución espacial es significativo porque sugiere un lenguaje abstracto, que merece mayor análisis.

En la investigación del sitio, y sobre todo en el análisis de la sepultura I, apuntamos al aporte de un enfoque interdisciplinario. Por ejemplo, el de la antropología forense aplicada a la reconstrucción de un par de cráneos de la sepultura I que nos puede dar una perspectiva fenotípica de los antiguos habitantes de Quito. Los hallazgos de materia orgánica del interior de las tinajas de la sepultura también fueron analizados, pudiéndose anotar la presencia de sedimentos provenientes de la antigua laguna.

¿Cuál es la antigüedad de los habitantes del Quito pre-inca? La Florida nos proporciona evidencia de varios períodos de ocupación, con una cronología que viene desde el 2.000 A.C. hasta la ocupación inca en el 1.470 D.C. aproximadamente. Esto quiere decir que cronológicamente aparece un período Formativo, de suma importancia para postular nuevas hipótesis sobre los primeros habitantes del valle de Quito. La cronología es muy amplia, aunque por el momento la mayor parte de información que nos está llegando corresponde al final del Formativo y al periodo de Desarrollo Regional, al que pertenece la sepultura I.

Para concluir, me gustaría referirme a un aspecto complementario: la difusión de la información, que juega un papel importantísimo para el conocimiento y concientización del pasado preocolombino de Quito. Recuerdo que cuando tuve la oportunidad de facilitar al público explicaciones sobre la exposición de La Florida que se realizó en el Centro Cultural Itchimbia (2006), una de las preguntasmás comunes del público era: “¿Así eran los incas?” Esta pregunta me desconcertaba, en la medida que mostraba una población que no tenía idea espacial, ni temporal ni cultural de nuestro pasado. Fue una tarea fuerte el dar a conocer al público y hacerle entender que se trataba de los habitantes del Quito pre-inca. Es una cosa tratar con la comunidad científica y muy otra difundir la información al público. Pero es una actividad necesaria para obtener su apoyo y desmitificar muchas interpretaciones sueltas sobre la historia antigua de nuestro país.

Mise à jour le Samedi, 05 Janvier 2008 14:29