El Primer Informe Arqueológico del Ecuador Imprimir
Escrito por Ernesto Salazar   
Lunes, 23 de Mayo de 2011 15:07

George A. Dorsey (1868-1931) fue un antropólogo educado en la Universidad de Harvard, donde se graduó con una disertación titulada “An archaeological study based on a personal exploration of over one hundred graves at the necropolis of Ancon, Peru”. Pronto se dedicó a la enseñanza de Antropología, y luego se unió al Field Museum of Natural History, del cual se volvió Curador. En tal condición organizó y tomó parte en varias expediciones a territorios de aborígenes estadounidenses del Oeste y el Suroeste, donde tuvo la oportunidad de conseguir colecciones etnográficas y arqueológicas, particularmente de las ruinas hopis. Fue además uno de los fundadores y primer secretario de la American Anthropological Association, y autor de varios libros sobre etnografía de indios estadounidenses. Sus intereses profesionales le llevaron a visitar numerosos países del mundo. Una de sus primeras misiones al extranjero fue la que realizó a Sudamérica (1891-1892), con el fin de adquirir materiales para la World’s Columbian Exposition, que Chicago organizaba para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de América.

Parece que ni el Ecuador ni la isla de la Plata estuvieron en el plan original. Sin embargo, estando en Perú, Dorsey (1901:251) se enteró de un rico descubrimiento hecho en la isla de la Plata, razón por la que se desplazó a Guayaquil, en julio de 1892, donde conoció al General Manuel Flores, Comandante en jefe del ejército ecuatoriano, quien había estado explorando la isla, con éxito relativo. Con la ayuda del cuidador del faro, Flores encontró una tumba que dio 25 onzas de oro en adornos y otros objetos, que ya habían sido fundidas, al tiempo de la llegada de Dorsey. Pero Flores estaba convencido de que un rico depósito estaba aún por descubrirse, y ofreció su asistencia técnica y logística a Dorsey, con la condición de recibir en dinero corriente la mitad del valor comercial del oro o plata que se encontrare. Esto hizo posible que Dorsey contara con un equipo excavador de 10 soldados del ejército, y una lancha armada, el Tungurahua, a su entera disposición, por los 16 días que duraron los trabajos en la isla. Suponemos que, al fin de la operación, Dorsey cumplió con su parte del arreglo, ya que todos los materiales recuperados fueron primero a los stands de la World Columbian Exposition de 1893, y luego al Field Museum of Natural History, Chicago, donde descansan hasta el presente.

La isla de la Plata se encuentra a 23 Km. al oeste de la costa de Manabí, a la altura continental de Punta San José. Es de forma rectanguloide, extendida en dirección NOSE, con tierra alta ondulada y muy pocas zonas de playa. Dorsey determinó allí dos áreas arqueológicas de interés: la primera junto al mar, en la bahía de Drake (al norte de la isla), donde encontró algunas tumbas, y la segunda en la parte alta donde halló varios amontonamientos de tiestos y piedras poligonales. Fue en la playa de la Bahía Drake, en un terreno de forma triangular formado por la confluencia de dos quebradas, donde Flores había hecho su primer descubrimiento. Dorsey (1901:254) pudo comprobar que se hicieron al menos seis excavaciones, de las cuales salieron –de diferentes huecos, las piezas de oro mencionadas, dos figuras, de oro y plata respectivamente, y una hacha grande de piedra. Un poco más atrás, hacia el centro del triángulo, Dorsey realizó su propia excavación, encontrando dos esqueletos muy deteriorados, con varias vasijas de cerámica (concretamente 12), figuras de oro y plata, pequeños tupos y cuentas de oro, varios punzones de cobre y un hacha grande de piedra. Según Dorsey (1901:255), todo este material era intrusivo, no sólo en la estratigrafía local, sino también por sus características generales desconocidas en la costa ecuatoriana, pero más afines con materiales de las tierras altas de Ecuador y Perú.

En los basureros de la parte alta, Dorsey (1901:260ss) encontró numerosos bloques de piedra volcánica cuadrangulares, rectangulares, circulares y elípticas, con diseños grabados en la superficie – aunque muchas carecían de ellos; además, cuentas trabajadas y trozos de turquesa, sodalita, serpentina, mármol gris, lapislázuli, entre otras piedras semipreciosas, y sobre todo una enorme cantidad de cerámica fragmentada, la mayoría representando figuras humanas, y luego cabecitas, a veces grotescas, figurinas de animales y pájaros. Lo curioso: una ausencia casi total de vasijas de carácter utilitario o doméstico. Naturalmente, Dorsey desconocía la cultura arqueológica de la parte alta y poco pudo decir de su afiliación cultural (que era la fase Bahía).

A los 110 años de publicación de este informe, y en un mundo arqueológico prácticamente desconocido tanto para Dorsey como para los ecuatorianos, no deja de admirar las conclusiones de este investigador en la isla de La Plata: 1) las acumulaciones de ceniza y carbón encontradas en las excavaciones en el triángulo de playa, y la gran cantidad de piedras grabadas y los miles de fragmentos cerámicos con representaciones antropomorfas, encontradas en la parte alta, sugieren que hubo gente que visitaba temporalmente el lugar, probablemente para la celebración de ritos religiosos; 2) las tumbas encontradas por él y el General Flores no pertenecían a gentes de tiera firme, sino a algún grupo de guerreros incas “extraviados” en la zona.

Investigaciones posteriores han clarificado mejor la naturaleza de los depósitos culturales de la isla. A fines de la década de 1970, exploraciones y excavaciones realizadas por Marcos y Norton (1981:144, 149) permitieron el descubrimiento de 88 sitios arqueológicos, y el hallazgo de evidencia cultural que sugiere que La Plata funcionó como centro ceremonial y/o centro de intercambio, a lo largo de varias ocupaciones, principalmente las fases Valdivia III, Machalilla, Chorrera, Bahía y Manteño. Digno de mención es también el descubrimiento, junto a la isla, de bancos de Spondylus princeps y calcifer, a profundidades entre 5 y 60 m., que parecen hacer sido los items principales de intercambio local, primero, y de larga distancia, después (Marcos y Norton 1981:148).

Por otro lado, las investigaciones de McEwan y Silva (1992) se han concentrado en el re-análisis del material de las tumbas del triángulo de playa. Aunque parecen faltar algunas piezas en el material de Dorsey examinado en el Field Museum, hay una probabilidad muy alta de que conformen dos conjuntos de vajilla y adornos para cada muerto, en un enterramiento conjunto que evoca bien el ritual inca de sacrificio llamado capac hucha. Por lo general se trataba de la muerte y entierro de dos niños, hombre y mujer, generalmente hijos de caciques, cada uno con sus respectivos vestidos, adornos y vajillas. Según cronistas y etnohistoriadores, este sacrificio se realizaba por varias razones: celebración del solsticio de diciembre, la coronación de un inca, el aniversario de su muerte, o simplemente la ofrenda de un inca a los dioses antes de morir (McEwan y Silva 1992:83ss). En este último caso, cabe señalar que los sacrificios debían realizarse en los lugares donde había estado el inca, ya en conquista, ya en descanso, lo que ciertamente podría afianzar la influencia política del mismo. En este contexto, los enterramientos de la isla de la Plata bien pudieran haberse realizado allí como prueba o pretensión razonable del dominio inca sobre al menos parte de la costa ecuatoriana.

George A. Dorsey, 1901, Archaeological investigations on the island of La Plata, Ecuador. Field Columbian Museum, Publication Nº 56, Anthropological Series 2(5):246-280. Jorge G. Marcos y Presley Norton, 1981, Interpretación sobre la arqueología de la isla de La Plata, Miscelánea Antropológica Ecuatoriana 1:136-154. Colin McEwan y M. I. Silva I., 1992, ¿Qué fueron a hacer los incas en la costa central del Ecuador?. En 5000 años de ocupación. Parque Nacional Machalilla, Presley Norton y Marco Vinicio García, eds., pp. 71-102, Centro Cultural Artes, Ediciones Abya-Yala, Quito.

Última actualización el Lunes, 23 de Mayo de 2011 16:05