Los Manteños en Cerro Jaboncillo Imprimir
Escrito por Ana María Morales   
Lunes, 19 de Noviembre de 2012 07:21

afirman que el señor de Manta tiene o tenía una piedra de esmeralda, de mucha grandeza y muy rica, la cual tuvieron y poseyeron sus antecesores por muy venerada y estimada y algunos días la ponían en público y la adoraban y reverenciaban como si estuviera en ella encerrada alguna deidad.” (Cieza de León, 1973:136)

Cuando Pedro Cieza de León (1973:129) habla de “las provincias de Puerto Viejo y la línea equinoccial”, describe a sus habitantes de mediano cuerpo y como poseedores de tierras muy fértiles, donde estarían cultivando maíz, yuca, “ajes” y “otras muchas maneras de raíces provechosas”; además de guabas, aguacates, “cerecillas”, naranjos y limas. Describe a animales parecidos a los puercos, a grandes patos domesticados y venados de rica carne, además de “tórtolas”, “palomas” y un ave más colorida, parecida al gallo, llamada “maca”. Además, Cieza de León y Benzoni describen a algunos habitantes que tenían verrugas en la frente, en las narices y en otras partes, contando además que algunos españoles también padecieron de este mal “del tamaño de una nuez” (Cieza de León, 1973:129, 130). En esta población, el cronista reconoce “dos maneras de gente”. Una de ellas tiene “labrados en el rostro”, aunque unos se labran más que otros. Las mujeres “andan labradas y vestidas ellas”, al igual que los hombres, con mantas y camisetas de algodón (Cieza de León, 1973:130), mientras que Benzoni (1989:313, 314), al hablar de la región de Manta, plantea que “estas gentes se pintan la cara y se horadan la nariz, las orejas y las mejillas, y cuando hacen sus fiestas se colocan joyas en los agujeros. En cuanto a la vestimenta, la mayoría llevan una camisa sin mangas; otros van desnudos y a veces se pintan todo el cuerpo de negro”. Así mismo, Pedro Cieza de León (1973:138) cuenta cómo Francisco Pacheco “se embarcó” en un pueblo llamado Picuaza y fundó Puerto Viejo en la fundó Puerto Viejo en la zona que encontró más adecuada, que para la época se la nombró villa en 1535. Cuando Benzoni (1989:310) habla de “la región de Puerto Viejo”, aparentemente los españoles ya estarían viviendo ahí y la provincia se estaría destruyendo.

Efectivamente, en el período hoy denominado como Integración (550- 1530 d. C.), los manteños poblaron el sur de Manabí, conformando tres señoríos principales que son Jocay, Picoazá y Salangome. En los tres señoríos, los asentamientos principales estaban en los pueblos del mismo nombre (Mc Ewan y Delgado 2008:510). Según Jorge Marcos (1986:39), los líderes manteños habrían logrado jefaturas regionales, a las que integraron extensas regiones bajo su control. Estas poblaciones se caracterizaron por ser de grandes navegantes y comerciantes; los españoles se habrían encontrado en la costa con 30.000 habitantes aproximadamente, provistos de flotas de canoas y balsas (Marcos 1986:39). En estas balsas transportaron cargas de concha Spondylus, mantas de lana y algodón, ornamentos de oro y de plata, cuentas de esmeralda, calcedonia, vasijas de cerámica y una balanza para pesar los productos (Salazar 2007:20). Su compleja organización y estratificación social funcionaron para construir una arquitectura monumental modificando significativamente el paisaje, construyendo grandes tolas, canales y pozos de agua, albarradas y silos; y en los valles, plataformas de piedra y terrazas de cultivo (Marcos 1986:39). Ahora, algo más que caracteriza a los manteños son las sillas de piedra con diseños antropomorfos y zoomorfos que, en la actualidad, se pueden encontrar en museos de casi todo el mundo, así como sus estelas esculpidas en piedra.

Particularmente, Cerro Jaboncillo puede representar la vida manteña antes detallada. Inicialmente, este sitio fue investigado por Marshall Saville (1907), que recorrió el sitio en su segunda expedición a la zona. Jacinto Jijón y Caamaño (1930) fue el primer arqueólogo en reconocer la actividad económica de los manteños, como una “liga de mercaderes”. Saville describe las casas manteñas con terrazas construidas en una pendiente conteniendo uno o más cuartos; según él la estructura más grande habría medido 49 metros de largo y 12.5 metros de ancho (McEwan, Delgado 2008: 512, 513). En la prospección realizada por Delgado y su equipo se reconocieron 60 barrios, con 982 unidades habitacionales delimitadas por los conocidos “corrales”. En algunas de estas unidades se encontraron silos o terrazas (Delgado 2009:60). Se han descubierto sillas de poder, de diferentes tamaños y formas en Agua Blanca (que es el único lugar que no está elevado), Cerro Jaboncillo, Cerro de Hojas, Cerro Montecristi, Cerro Agua Nueva y Cerro Jupa (McEwan, 2003: 310). Ahora, según McEwan (2003:311), la gran cantidad de sillas halladas en Cerro Jaboncillo constituye importante evidencia para asignar al sitio el carácter de lugar ceremonial. Saville reporta que encontró varias sillas en un solo corral, a pesar de que algunas habían sido removidas; él cree que podrían haber estado arregladas conjuntamente con columnas y esculturas (Saville 1910:89, citado en McEwan 2003:313). Sin embargo, las sillas cerca de las estructuras que estaban “en el valle” pudieron haber estado ya removidas, incluso huaqueadas, lo cual impide calcular el número exacto de sillas y su localización (McEwan 2003: 312).

El tema del comercio puede ser emblemático, ya que Jorge Marcos, en la página web de Ciudad Alfaro, trata de evidenciar una ruta comercial hasta Mesoamerica, señalando que la “formación social de navegantes” manteña (el complejo Manta-Huancavilca-Punáes) habría alcanzado a constituir una “globalidad”, al incluir en la red al imperio mesoamericano de los “mexica” y al imperio andino del “Tawantinsuyo”. Según Marcos (2011:101), “el motor ecónomico” de este sistema fue el “mullu-pututo”, que a la larga generó una “tradición mercantil y agro exportadora”. Sin embargo, fuera de las grandes balsas y de la evidente importancia y comercio de la concha Spondylus, no contamos con mayor evidencia material que respalde esta propuesta.

El sitio arqueológico de Cerro Jaboncillo fue declarado Patrimonio Cultural y cuenta con 3500 hectáreas de extensión patrimonial y 900 estructuras (Corporación Ciudad Alfaro). Gracias a esta declaración se ha podido detener la actividad minera que se estaba llevando a cabo cerca del sitio, al punto de destruirlo parcialmente. Hoy, Cerro Jaboncillo es conocido como un lugar emblemático de la cultura manteña, y está funcionando un museo de sitio donde se han representado, en tamaño natural, a manteños y manteñas con la cara labrada, sentados en sillas de poder. Los visitantes, además de imaginarse a los antiguos manteños, pueden ver cerámica encontrada en el sitio, al igual que torteros que podrían evidenciar la industria textilera que se cree formaba parte de las grandes redes de comercio, aunque por las condiciones climáticas no ha dejado evidencia.

Cerro Jaboncillo también cuenta con un centro de investigaciones y una pequeña sala donde se explica a los visitantes la fauna y flora de la zona. Además, en el sitio arqueológico se pueden ver réplicas de sillas de poder donde los turistas pueden sentirse, o sentarse, como manteños. Lo cual es ya interesante, si se considera que la mayoría de sillas manteñas se encuentran en museos del extranjero. Por el momento, el visitante siente que ha habido esfuerzo para construir una infraestructura turística, aunque todavía sin una publicación que proporcione información sobre lo que sucedió en el sitio. Sin embargo, se percibe cierta apropiación por parte de la comunidad, o alguna relación con ella, en el museo que exhibe, conjuntamente, una muestra de piezas arqueológicas y otra de de tecnologías tradicionales, como los sombreros de paja toquilla, además de representaciones de fiestas cívicas. Por cierto, los caminos para llegar a las estructuras podrían estar mejor mantenidos, al igual que las estructuras en sí, que parecen un poco abandonadas.

Referencias citadas

Benzoni, Giralomo, 1989, Historia del Nuevo Mundo. Alianza, Madrid

Cieza de León, Pedro, 1973, La crónica del Perú. Biblioteca Peruana, Lima.

McEwan, C y Delgado, F, 2008, Late Pre-Hispanic Polities of Coastal Ecuador. En Handbook of South American Archaeology, Helaine Silverman y William H. Isbell, eds., pp. 505-525, Springer, New York.

McEwan, Colin, 2003, “And the sun sits in his seat”. Creating social order in Andean culture. Disertacion de Ph. D., University of Illinois at Urbana Champaign, Ilinois.

Delgado, Florencio, 2009, Proyecto Cerro Jaboncillo Prospección y Excavación. Informe presentado a INPC-DR4 y a la USFQ, Quito.

Marcos, Jorge, 1986, Arqueología de la Costa Ecuatoriana. CEN, Quito

Marcos, Jorge, Hidrovo Tatiana, 2011, Arqueología y etnohistoria del señorío de Cancebí en Manabí Central, Editorial Mar Abierto, Manta

Salazar, Ernesto, 2007, La cultura manteña, Apachita 11:18-22, PUCE, Quito