Tras Las Huelas del Paititi Print
Written by José Luis Barrera   
Saturday, 24 February 2007 16:42
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Y Atahualpa fue ejecutado... Enseguida varios grupos de indígenas, amparados por la espesa niebla de los Andes peruanos y huyendo del dominio del conquistador europeo, se internaron en aquella región que tan reacia les fue en sus deseos de expansión: la selva. Se establecieron supuestamente en algún lugar entre el Matto Grosso y las riberas del Madre de Dios, tributario del Beni, el cual, junto con el Mamoré, forma el Madeira que llega hasta el Amazonas. Por estos lugares habitó, antes de la llegada de los incas, el pueblo de los Mojos, fundadores originarios del Reino del Paititi, que aceptaron a los serranos, y juntos conformaron una de las más poderosas y ricas naciones de la selva.

¿Cuánto de cierto hay en todo esto? Es una pregunta que hasta hoy no tiene respuesta, no sólo porque la zona es de difícil acceso, sino porque la mayoría de expediciones que han emprendido la búsqueda del misterioso reino se han perdido o han tenido que regresar sin culminar su empresa.
Desde los tiempos de la colonia, el Paititi ha constituido una fascinación rayana en la demencia, tanto a ojos de hombres de ciencia, como de aventureros y público en general. Son tantas las exploraciones que se han emprendido en su búsqueda que resultaría casi imposible hablar de todas ellas en un pequeño artículo, por lo que hemos optado por mencionar las más conspicuas, por llamarlas de alguna forma.
La primera data de 1537 y 1538 cuando el capitán Pedro de Candia y Francisco de Villagra, por órdenes de Hernando Pizarro, se internaron desde el Cuzco hacia el oriente. La espesa vegetación, y los indígenas que los atacaban o los desviaban de la ruta correcta, sumiéndolos en el hambre y las enfermedades tropicales, terminaron por hacer fracasar la expedición, conformada originalmente por trescientos soldados de los cuales sobrevivirían menos de ochenta, todos en pésimo estado de salud y con las ropas completamente destruidas.
Juan Álvarez Maldonado también intentaría llegar al reino fabuloso a través del Madre de Dios, que según él era el verdadero camino hacia los “Mojos del Paititi”. Fracasaría en su intento al toparse con un cacique llamado Tarano que, después de masacrar a parte de la tropa española, le ofreció su ayuda, pero no para proseguir con la conquista, sino para regresar al Perú. Irónicamente, los indígenas que los guiaron en su retorno les mostrarían un camino más directo y menos peligroso que el que los europeos habían utilizado al internarse en la selva.
Una de las jornadas de búsqueda del Paititi más interesante, no por su éxito sino por el hombre que la inició, fue la de Pedro Bohorques, un pobretón aventurero español quien de una manera poco usual para la época (s. XVII), consiguió hacer amistad con el pueblo indígena de Calchaquíes de la serranía vecina del Tucumán. Parece ser que Don Pedro convenció a los Calchaquíes que restauraría el Imperio Inca y que los pondría a ellos como élite del nuevo orden. La idea les sonó bien y lo auspiciaron en su sueño de buscar riquezas antiguas. Justo a tiempo, llegó a sus oídos el famoso Paititi y decidió emprender su búsqueda, declarándose para ello como “legítimo heredero de la sangre real inca” y ordenó a sus súbditos calchaquíes asesinar a todo español que tratase de acercarse a sus dominios mientras estaba ausente.
Se internó entonces en la selva, con una escolta propia de su “estirpe real”, pero halló solamente una tribu de indígenas, llamados “pelados” por los españoles por su costumbre de quitarse toda la cabellera o porque no poseían riqueza alguna. El Inca Bohorques los persuadió de su sangre real e hizo que lo adoraran como a un dios vivo y que le construyeran un “camino real”, para poder pasearse con sus porteadores y sus ínfulas de emperador. Por desgracia, como su aventura no tuvo éxito en lo que se refiere al Paititi, se vio obligado a regresar, llegando a tiempo para ver los frutos de la orden que había dejado a los calchaquíes de asesinar a cualquier español. Lo cierto es que el virrey de Lima había mandado capturar a Bohorques y luego de ser trasladado a esa ciudad, fue ajusticiado.
Al contrario de lo que se pensaría, este incidente no hizo más que encender el deseo de buscar el reino fabuloso. Poco después, apareció en Lima un misionero que no solamente había escuchado hablar de él sino que lo había visto “con sus propios ojos”, afirmando que había allí riquezas incalculables, y miles de almas para convertir al servicio de Dios. Se organizó una expedición y como era de esperarse no descubrieron nada.
En el siglo XX hubo también varias exploraciones, algunas más serias que otras. Una que avivaría más el mito estuvo conformada por dos franceses y un estadounidense; entraron en la selva, financiados por la revista Peruvian Times, y desaparecieron misteriosamente. Más tarde un explorador japonés, Sekino Yoshiharu, penetraría por la misma zona para identificar unas supuestas pirámides descubiertas en fotos satelitales –que resultaron ser formaciones naturales, trayendo, a su regreso al “mundo civilizado”, una noticia que estaba en boca de los indígenas de toda la zona del Madre de Dios: los extranjeros habían sido asesinados por una tribu de indios machiguengas.
La acusación de asesinato sobre este grupo no gustó mucho, pues se argumentó que como mantiene un contacto constante con los occidentales (¡vaya garantía!), era absurdo imputársele semejante delito, de manera que la culpabilidad pasó al enigmático pueblo llamado Pacoris que, según la tradición oral, sería lo que queda de una élite de guerreros incas que medían de dos a dos metros y medio de estatura. Entre otras cosas este pueblo sería una suerte de logia que ha mantenido el gran tesoro del Paititi fuera de las manos de los ambiciosos. Esta tribu no ha sido vista por nadie excepto por los otros pobladores de la zona y por alguno que otro buscador de extraterrestres.
En los últimos años se ha empezado a hacer indagaciones más concienzudas buscando evidencia sobre este mítico reino, y los resultados son prometedores. Restos de lo que parece ser un camino y estructuras de manufactura parecida a la inca se han hallado en lugares de la selva que jamás se pensaron llegaban a formar parte de los dominios del Inca; sin embargo todavía es mucho el trabajo que se tiene que hacer y lo único cierto es que la riqueza que allí se puede encontrar no tiene que ver con el oro o con piedras preciosas sino más bien con la historia...

Last Updated on Tuesday, 17 April 2007 10:42