Culturas precolombinas: Los Chachapoyas Print
Written by Oscar Cajas   
Friday, 21 September 2007 15:42
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El territorio nor-peruano ubicado en el departamento de Amazonas tiene una topografía muy accidentada, con laderas cubiertas por una densa vegetación selvática. Esta zona es conocida también como “región intermedia” por el contraste entre el paisaje amazónico y una escarpada geografía con aire andino. Aquí floreció, en épocas prehispánicas, una de las más importantes expresiones de cultura de ceja amazónica denominada Chachapoyas, siendo el arqueólogo peruano Federico Kauffmann Doig quien más ha investigado esta cultura. El presente trabajo hace una breve reseña de sus investigaciones en tierra de los Chachapoyas, cuyo cultura llegó a su apogeo en el año 1000 d.C. aproximadamente.
El territorio en que se desarrolló esta cultura se extiende de norte a sur por unos 300 Km., desde el Marañón, en la zona de Bagua, hasta la cuenca del río Abiseo, donde hoy se encuentran las ruinas de Pajatén. En términos cronológicos, esta cultura se ubica entre el 700 y 1500 d. C., periodo correspondiente al Horizonte Intermedio Tardío peruano. Los Chachapoyas poseían características andinas y estaban integrados por diversos grupos étnicos culturalmente afines, cuyo origen estaría situado en la zona nororiental de las estribaciones andinas del Perú. Debido a la alta presión demográfica de la zona andina, varios pueblos se vieron obligados a desplazarse hacia las estribaciones de la cordillera oriental. Algunos investigadores no descartan una influencia de la costa peruana, evidenciada en símbolos decorativos presentes en las construcciones chachapoyas (Kauffmann 1989). Una de las primeras referencias que se tiene de este territorio la da Cieza de León, quien se refiere a sus habitantes como individuos de piel blanca que usaban vestidos de lana, y que habrían sido sometidos por los incas en tiempos de Tupac Inca Yupanqui. Sin embargo, esta zona, como afirma Kauffmann Doig (2000), tiene una larga historia cultural que se remontaría a 8000 años de antigüedad. Petroglifos y arte rupestre presentes en las paredes rocosas de la provincia de Utcubamba reproducen escenas shamánicas y de caza.
Al llegar al territorio de los Chachapoyas, los primeros españoles comandados por Alonso de Alvarado en 1535, los Andes Amazónicos Septentrionales ya estaban poblados por una poderosa nación que, en la segunda mitad del siglo XVI, había sido incorporada al Incario. En esta primera incursión, Alvarado, acompañado de siete españoles, arribó al poderoso centro administrativo de Cochabamba, levantado por los Incas más de medio siglo antes, fundando allí el asentamiento de San Juan de la Frontera de los Chachapoyas (1538).
La “Expedición Antisuyo” dirigida por Federico Kauffmann Doig, Miriam Salazar, Daniel Morales, Iain Mackay y Oscar Sacay fue uno de los proyectos más ambiciosos emprendidos para el estudio sistemático de la amazonía peruana, con no menos de 12 visitas a la zona. La expedición de 1989 tuvo por objeto realizar un mapeo total de los sitios arqueológicos desde la Cordillera del Cóndor al norte, hasta el río Chontayacu al sur. Como resultado, se obtuvo información sobre una de las costumbres funerarias de esta cultura, cual es la utilización del sarcófago y el mausoleo. En el primero de los casos, tenemos el sitio de Carajía, donde suntuosas tumbas fueron colocadas en sarcófagos construidos a partir de un armazón de madera y palos, modelados en arcilla, y emplazados luego en grutas excavadas en lo alto de precipicios. Algunos entierros más complejos contaban con una falsa cabeza antropomorfa, modelada en arcilla, y colocada en la parte superior del fardo, a la manera de las máscaras mortuorias del Horizonte Medio (1989). En el segundo caso, en la localidad de Ullilén, tenemos una especie de pequeñas viviendas de un metro de alto y techo a dos aguas, ubicadas en los farallones. En su interior hay nichos donde se depositaban los cuerpos con numerosas ofrendas como redes, collares, plumas, vasijas e instrumentos musicales. Esta costumbre funeraria, conocida con el nombre de chullpa en la época Tiahuanaco o Huari (segunda mitad del primer milenio de nuestra era) fue muy difundida en el antiguo Perú, en memoria de los individuos que habían ostentado en vida prestigio y poder.
Los fardos funerarios están constituidos por una momia en posición sentada, envuelta en tejidos llanos, y luciendo varios ornamentos. El proceso de momificación debió realizarse mediante sofisticadas técnicas, a juzgar por los excelentes resultados obtenidos en ese medio de alta humedad de los bosques tropicales de neblina. La cerámica Chachapoya fue, en general, bastante sencilla, especialmente si se la compara con las artes textiles, en que los artesanos locales destacaron. Generalmente, la cerámica encontrada es utilitaria, trabajada con la técnica de rollos o sencillamente formando la masa de arcilla con los dedos. Las vasijas llevan aplicaciones de bandas en los bordes, algunas presentan incisiones, otras, pequeñas protuberancias en el cuerpo. En algunas piezas se observa influencia de la tradición Cajamarca, que floreció en la margen occidental del río Marañón.
La arquitectura chachapoya es otro elemento importante en el paisaje arqueológico de la zona, la cual tiene como mayores referentes los sitios de Cuelap, Leimebamba, Teya, Tuich, entre otros. Cuelap está ubicado en el distrito de Tingo, al sur del pueblo homónimo, sobre una cresta rocosa de 3000 m. de altura sobre el nivel del mar. Las primeras referencias sobre el sitio fueron proporcionadas en 1843 por Juan Crisóstomo Nieto, juez de Chachapoyas. Luego el general francés Louis Langlois. quien visitó la zona en 1938. Las investigaciones de Reichlen (1948) y Horkheimer (1958) han ampliado notablemente el conocimiento de este sitio. Cuelap se compone de dos gigantescas plataformas artificiales superpuestas, sobre las cuales se levantan sitios habitacionales. Cabe señalar también las enormes murallas defensivas de contención y circunvalación que delimitan el "Pueblo Bajo" y el "Pueblo Alto." En el Pueblo Bajo se encuentran 335 estructuras de planta circular, algunas adornadas con frisos, y dos pequeños edificios rectangulares. En el extremo sur, sobresale una construcción de planta circular, denominada "El Tintero," que tiene forma de cono invertido. En su interior existe una cámara interna en forma de botella, de más de 5 m de profundidad. El Pueblo Alto ocupa el lado noroeste de la fortaleza y está aislado por un muro perimetral que alcanza una altura máxima de 11.5 m. Aquí se encuentran aproximadamente 80 construcciones circulares y tres de planta rectangular. Se destacan dos edificaciones, "El Castillo" y "El Torreón", por estar aparentemente asociadas con funciones religiosas y administrativas. Se dice que la función principal de Cuelap fue de tipo defensivo-militar. Sin embargo, Kauffmann Doig (1989) opina que el
complejo fue tal vez un centro administrativo para la producción de alimentos. La cultura chachapoya se habría conformado, a partir de un componente serrano emigrado, en un proceso que se ha denominado de “serranización de la selva”, según el cual el paisaje cultural de las estribaciones orientales andinas se habría transformado bajo influencia de grupos serranos emigrados allá, sin aporte de pueblos amazonicos.
El trabajo de síntesis más reciente es: Federico Kauffmann Doig y Giancarlo Ligabue, 2003, Los Chachapoya(s), moradores ancestrales de las Andes amazónicos peruanos. Universidad Alas Peruanas, Lima.
Last Updated on Thursday, 27 August 2009 09:57