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Revistas Apachita Apachita 2 Las Amazonas: La Realidad en el Mito
Las Amazonas: La Realidad en el Mito PDF Imprimir E-mail
Escrito por María Patricia Ordóñez   
Sábado, 24 de Febrero de 2007 16:10

Fueron conocidas como Antianeira (las que pelean como hombres), o como Androktones (asesinas de hombres), al decir de Heródoto. No hay duda que las Amazonas de la mitología han constituido la representación del constante asombro que mostraron los griegos clásicos frente al desafío de la inversión de los roles. Diestras en la batalla, capaces de proezas en sus enfrentamientos, poseedoras de una organización social jerarquizada y dirigidas por una reina guerrera y sacerdotisa, las Amazonas de los mitos han aparecido una y otra vez a lo largo de la historia (por ejemplo, enfrentándose al duque de Bohemia, o atacando a Orellana en los ríos sudamericanos) para amenazar la masculinidad de los héroes contra quienes se medían. Muchas veces en el pasado, el arte de la guerra y la posesión de la fuerza para la caza eran características exclusivas de los hombres. Por ello, no nos asombra que los encargados de la investigación arqueológica y del registro histórico eligiesen relegar los relatos sobre las Amazonas a simples anécdotas fantasiosas.

Sin embargo, desde 1993 en las estepas de la frontera entre Kazajstán y Rusia, los restos de dos culturas nómadas, los saurómatas y los sármatas están ayudando a esclarecer la polémica. Basándose en la excavación de varios sitios de enterramiento, cerca de la ciudad de Povrovka, el Dr. Kemal Akishev del Instituto Kazajstano de Arqueología, ha logrado reconstruir varias tumbas de origen saurómata, y recuperar de ellas los artículos rituales o funerarios que se encontraban en su interior. Curiosamente, el ajuar incluía objetos ordinarios del hogar, ítems religiosos o de culto, monturas de caballo y armas de diversa índole, estas últimas sin hacer distinción entre hombres y mujeres.
Los objetos religiosos estaban ubicados únicamente en tumbas pertenecientes a mujeres, lo que sugirió (y posteriormente fue comprobado) que las mujeres eran poseedoras exclusivas del poder religioso. Las largas dagas y puntas de flecha recobradas de dichos enterramientos, así como la gran cantidad de objetos de oro como pendientes, argollas y varios objetos de adorno y uso personal (entre ellos un espejo de bronce) reafirman que las mujeres de la sociedad saurómata eran, más frecuentemente que no, líderes tribales que concentraban poder y estatus.
Una característica interesante de estos hallazgos es que, en algunos enterramientos masculinos, se incluían también a niños o bebés. Curiosamente, ninguna tumba de mujer contenía niños que, a excepción de los casos antes señalados, estaban enterrados en tumbas separadas. Ahora bien, el status de la mujer saurómata cabe dentro de varias categorías que no son de ninguna manera mutuamente excluyentes. Es decir, que en vida una mujer pudo ser tanto ama de casa como trabajadora de los campos, sacerdotisa, o guerrera a caballo.
En mi opinión, esta diversificación de roles muestra una sociedad en la cual las tareas no eran asignadas de acuerdo a una preestablecida división sexual del trabajo. Mucho podremos aprender de esta sociedad que no encaja en nuestra concepción occidental, en la que mujeres y hombres hemos rebuscado tantas maneras de diferenciarnos hasta llegar a convencernos de la necesidad de crear visiones divididas de aquello que, como arqueólogos y antropólogos, deberíamos describir sin sesgos ni sexismos.

Última actualización el Martes, 17 de Abril de 2007 10:37
 

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